Es aconsejable ventilar 5 o 10 minutos al día antes de empezar a hacer la cama sacudiendo la ropa. No hagas la cama nada más levantarte, pues no permitirás que la humedad acumulada durante la noche se evacue. Abre la ventana y deja que se airee la habitación, con 30 minutos será suficiente.
La base debe cubrir al menos el 60 % de la superficie del colchón. De nada servirá comprar un buen colchón, si no lo colocas correctamente, debes tener en cuenta que lo ideal es que tenga perforaciones para hacerla más transpirable.
La limpieza de un colchón es bastante complicada, por eso es recomendable utilizar fundas protectoras, y no escatimar en que la funda elegida sea de buena calidad.
También es importante que no cubra la parte posterior para que pueda airearse. Esta evitará el sudor, el polvo y los posibles líquidos que puedan caer. Además tienen una ventaja, y es que podrás lavarlas en la lavadora periódicamente.
Aprovecha el rato que dejas ventilando tu habitación para girar y dar la vuelta al colchón. Esta acción no es necesaria realizarla todos los días, al menos una vez al mes, y de izquierda a derecha y de delante hacia atrás. Así evitarás que se hunda, se deforme y se desgaste más por unas zonas que por otras.
No se recomienda golpear el colchón para eliminar las pelusas, polvo o pelos que puedan haber caído. Ya que no es bueno mojarlo ni usar productos de limpieza líquidos, intenta coger estas pelusas con la mano, o aspirar delicadamente la superficie una vez al mes.
A pesar de que si tienes hijos, les encantará saltar encima de la cama, esto puede ser muy malo para tu colchón. Evita también ponerte de pie. Además, aunque desayunar en la cama es muy placentero, intenta no comer, beber o fumar encima, salvo en ocasiones especiales. Intenta que tu mascota no duerma encima y no apoyes objetos pesados o punzantes.