Uno de los elementos más importantes que se debe tener en cuenta en el momento de elegir un colchón es el hecho de que permita apoyar el cuerpo de una forma correcta y natural. Para conseguir este objetivo, es importante que tenga una firmeza media.
¿Qué significa eso? Que sea lo suficiente firme para que pueda soportar bien el peso del cuerpo, pero sin una dureza que pudiera llegar a resultar incómoda. Por norma general, un colchón saludable para la mayoría debe ser tan blando como para que sea cómodo para la persona, pero que no lo sea tanto como para que el cuerpo se hunda. Un colchón demasiado blando hace que la sensación de calor sea mucho mayor, dificultando el descanso de la persona. Por otro lado, tampoco llega a sujetar correctamente la columna y no es bueno para la espalda.
Hay personas que creen que un colchón duro es lo mejor que hay para la salud de nuestra espalda y otras que piensan lo contrario, pero la realidad es que partimos de necesidades distintas, y tras las pruebas que se han hecho se ha demostrado que no podemos dar una respuesta única. Esto dependerá de cada persona, de lo que convenga para las necesidades que tiene su cuerpo, especialmente si existen patologías, problemas de espalda o sobrepeso.
La altura del colchón debe ser como mínimo de 18 centímetros.
El largo del colchón debe medir 10 centímetros más que la altura de quien duerma en él. En caso de que sea una pareja, se debe tomar como referencia a la persona más alta.
Para el ancho apenas hay discusión, cuánto más ancho sea mejor, no obstante, también dependerán otros factores como el tamaño de la habitación.
Se recomienda que sea como máximo cada 6 años, pero siempre que tu cuerpo sufra cambios o si adviertes que descansas mal, es muy probable que tus necesidades hayan cambiado y debas plantearte cambiar el colchón antes del tiempo máximo recomendado. Los niños, por ejemplo, necesitan cambiarlo con mayor frecuencia porque sus necesidades de niño o adolescente no serán las mismas que cuando sean jóvenes o adultos. Lo mismo sucede con embarazadas, cuando aparecen lesiones, desgaste físico, aumento de peso, etc.